Como Zen, miramos a las mujeres no como cosas fijas sino como como procesos en constante movimiento
Tanto de esta manera, que cuando analizamos los movimientos de penetración inicial, observamos que muchos hombres, sin saberlo, ponen el pene prácticamente sobre la zona anal, y al intentar penetrar este resbala y entra en el agujero vaginal, que ofrece menor resistencia.